Una
pregunta muy simple, pero no tan fácil de contestar. Los amigos se convierten
en nuestros aliados, son las personas con las que compartimos experiencias y
los mayores confidentes. Pero también nos pueden traicionar, dar la espalda
cuando los necesitamos y causar daño.
Entonces es cuando surge la pregunta ¿ Cómo saber si cuento con amigos
de calidad?
Además,
las relaciones de amistad son recíprocas, tampoco puedo esperar que confíen en
mí, si yo no doy señales de confianza o que me llamen, si yo muestro poco
interés. Así que sin dudas, hay un componente propio para generar amistades de
calidad.
Las
siguientes pautas podrían ser algunos indicios que te lleven a pensar si los
tienes o si quizás debas replantearte el tema y buscar nuevos.
1.
¿Les tienes
suficiente confianza?
Es
bastante obvio que el nivel de confianza va a depender del tipo de relación o
vínculo al que nos refiramos. Hay personas que consideramos amigos porque son
compañeros de trabajo o porque compartimos mucho tiempo. Estas personas son
importantes en la vida y sin dudas aportan valor; pero ¿les tienes a todos la
suficiente confianza como para contarles algo íntimo? Podría ser que la
respuesta sea no, tal vez haya uno que sí, con quien tengas mayor afinidad.
Entonces comenzamos a segmentar la forma en que interactuamos, los llamamos
compañeros de trabajo y existe cierto nivel de confianza, pero no la suficiente
como para invitarles a casa. A estas personas no los incluiría propiamente en la
categoría de amigos; pero sí como
cercanos.
Ahora
nos quedamos con los que pensamos podríamos contarles algo íntimo. ¿Qué
consideras íntimo? ¿Contarles que tienes problemas con tu familia? ¿Hablar de
tu relación de pareja? Pero a quienes jamás les dirías que pasas por una
depresión o que te sientes solo o quizás detalles de tipo sexual.
Entonces
se hace cada vez más pequeño el círculo. Te diría que si tienes ambos tipos de
amigos, considérate afortunado. Sólo una pequeña fracción de las personas los
tienen y si además coinciden con un lazo familiar, llámalo tesoro.
2.
¿Has discutido y lograste solucionar las
diferencias?
En
la mente humana, en un inicio asocia las relaciones interpersonales a un mundo
ilusionista y perfecto, donde no hay cabida para las diferencias y discusiones.
Pues
bienvenido a la realidad. Las personas discuten y mucho, sobretodo a medida que
más tiempo comparten juntos; además se equivocan y puede que algunas veces te
lastimen. El secreto está en encontrar la forma de reconciliarse, perdonar.
Es
cierto que hay acciones no tolerables e inclusive que pueden ir en contra de
tus valores. Pero la gran mayoría de las veces, las diferencias o discusiones
son por temas banales o que surgen en el calor del momento. Te recomendaría que
valores muy bien este punto, si atraviesas por una situación similar. Una persona
que se haya ganado tu confianza y tengan muchos temas en común, además de
bonitos recuerdos, vale la pena.
Para
mí este apartado es de los más importantes, si cuentas con amigos que hayas
superado estas pruebas, cuídalos y siéntete afortunado.
3.
La distancia no los separó.
Muchas
veces por cuestiones del destino, existe una separación física y una amistad
que consideramos valiosa, comienza a disiparse o puede que ya el tiempo
compartido sea mínimo. Entonces empieza a llegar la tristeza y la nostalgia.
Pero sabes que puedes contar con esa persona en cualquier momento, sólo que ya
no es el aliado de antes.
Resulta
que tiempo después, hay un reencuentro y pareciese que el lapso que los separó,
nunca existió. Pasan las horas y es como si fueran minutos. Hay tanto que
contar. Es cuando descubres que la amistad nunca desapareció, sólo evolucionó.
Si
ya pasaste por esta situación, puedes decir que tienes un amigo de calidad.
4.
Han estado contigo durante la enfermedad.
Cuando
enfermamos pareciese que el mundo se desploma, pocas veces las personas se
preparan para afrontar las dificultades; pero son los amigos los que hacen
parte del trabajo y atenúan el impacto.
Quizás
te haya pasado, que cuando fuiste niño y enfermabas, mamá estaba cerca para lo que
necesitases, que una sopita caliente, un atol, en fin, eran tantas las
atenciones, que la enfermedad se hacía mucho más llevadera. Eso mismo sucede
con los amigos, una simple llamada preguntando cómo estás, un mensaje de
texto, pueden ser cosas en apariencia insignificantes, pero que sí tienen valor
y te dan las fuerzas necesarias para recuperarte más fácil.
Si
has atravesado por esto y cuentas con alguien que te haya apoyado en la
enfermedad, dale otro check.
5.
Están presentes en los buenos y en los malos
momentos.
Los
verdaderos amigos no discriminan si atraviesan por los tiempos de las vacas
gordas o de las vacas flacas. Suele ser muy divertido cuando sucede algo
chistoso o gracioso y lo compartes con tu amigo o por el contrario; atraviesas
una mala situación y sirve de ocasión para unos vinitos o quizás un buen café y
compartir.
En
mi experiencia, les podría decir que con el tiempo he aprendido más a escuchar
que a hablar. Tarea nada fácil, porque pareciera que hay un gusanito deseoso de
saltar cada vez que el otro dice algo o se nos sale el consejero, que piensa
que nuestro amigo necesita un poco de terapia y buenas ideas de qué hacer al respecto.
El mejor amigo muchas veces no dice nada, sólo escucha, tiene un pañuelo o una
toallita cerca, para acercarle si empiezan a correr las lágrimas. Está listo
para dar un abrazo, justo en ese momento que el otro se desploma y respeta esos
silencios donde no hay nada que decir.
Sin
dudas esto de la amistad es todo un tema y quisiera cerrar con la pregunta del
inicio ¿tengo amigos de calidad? Cada persona podría tener su propio concepto
de amistad y es válido, habrán culturas donde es impensable eso de los abrazos
y muestras excesivas de afecto, ya me tocó vivirlo en algunos de mis viajes.
Pero qué lástima, porque poder tener un hombro en qué apoyarse y unos oídos
atentos dispuestos a escuchar, no los sustituyen ni el más experimentado
terapeuta.
Comentarios
Publicar un comentario